Anita Heiss, El diario de Mary Talence
La identidad o la vida
Anita Heiss,
El diario de Mary Talence
Traducción de Anna Torrisi
Takusan Ediciones, Barcelona, 2005
Anna Rossell
En estos tiempos, en que las editoriales pequeñas, según parece, deben fusionarse o son absorbidas por grandes grupos para poder subsistir, el surgimiento de un nuevo proyecto editorial de discreta envergadura más bien parece un espejismo o una temeridad, una empresa descabellada sin futuro, fruto efímero de algún momento de locura de una mente aventurera. Y sin embargo, por suerte para los amantes de la buena literatura, no son tan escasos los ejemplos que tenemos de la capacidad de algunas de mantenerse a flote y bien a flote. Ello nos llena de satisfacción, sobre todo porque a menudo son precisamente las más discretas las que vienen a cubrir lagunas importantísimas que los sellos más conocidos excluyen sistemáticamente (o casi) de su política de publicaciones. Este es el caso de Takusan Ediciones que, de la mano de Sidi Seck, un joven escritor senegalés afincado desde hace unos años en Barcelona (Premio de Poesía Vila de Martorell en el año 2000: La sombra en pos del tamarindo), ha iniciado este año su andadura y en pocos meses ha publicado ya tres libros.
Takusan Ediciones nace con el claro y decidido objetivo de dedicar su esfuerzo a difundir literatura en el más amplio sentido del término (ficción, ensayo, estudios literarios, en español ¡y en catalán!), pero también en su más alta acepción, en tanto que las obras que se propone publicar han de llenar vacíos de flagrante necesidad en nuestro país. Su tarjeta de presentación no deja lugar a dudas: su interés se dirige a la verdadera literatura, no al resultón y exitoso producto editorial que va ganando cada vez más terreno en casi todas partes. Así su primera publicación ha sido la novela de la escritora senegalesa Mariama Bâ, Una carta molt llarga, un clásico del canon de la primera generación de autores subsaharianos, traducción exquisita y sensible de Laia Galdon Clavell –la versión española, en el año 2003, corrió a cargo de Ediciones Zanzíbar (Manolo Esquinas), otro sello de características similares y de más antigüedad- y traducción de Sonia Martínez Pérez. Además, en lo que va de año han visto la luz en Takusán Ediciones el trabajo Àfrica, veus i mirades, de Maria Rosa Obiols, doctorada en literatura africana por la Universidad de California, y otra novela, en este caso de la escritora australiana de origen wiradjuri, Anita Heiss, El diario de Mary Talence, objeto de esta recensión.
El libro, que adopta la forma de un diario de ficción al que la protagonista confía sus sentimientos, sus secretos, las penas y alegrías de su vida cotidiana, se lee con una fluidez extraordinaria, que no sólo se debe a la elección formal por la que apuesta su autora -el diario-, sino también al carácter simpático, observador y despierto del personaje principal y al lenguaje franco, fresco y agudo que Anita Heiss le atribuye. No es menor el interés que suscita –por ignorado o poco conocido- el tema que desarrolla, que informa al dedillo de la segregación racial practicada en Australia hasta los años setenta y que lo hace del modo más efectivo: dando cuenta de los nefastos efectos de esta discriminación sobre quien la sufre.
Así la novela relata, en primera persona y desde la inocente agudeza de la perspectiva infantil, un año –1937- de la vida de una niña de diez, víctima de la política racista practicada por los sucesivos gobiernos australianos hasta tiempos demasiado recientes. Por medio de este fragmento de biografía personal que fue la de millares de niños, conoceremos una parte oscura de la historia de Australia, oscura en los dos sentidos, por negativa y por silenciada. Sabremos de la brutal separación de los niños aborígenes de sus familias, impuesta para acelerar la desaparición de las culturas indígenas (“salvajes”) en favor de la (“civilizada”) cultura de los blancos colonizadores; sabremos de los guetos en que se mantenía encerrados a los habitantes originarios, a los que se negó en su propia tierra la libertad de movimientos; de la selección a que los niños se veían sometidos en función del color más o menos oscuro de su piel y de las mejores o peores perspectivas de futuro que ello acarreaba; del tristísimo destino que esperaba forzosamente a los más negros, educados especialmente para el servicio doméstico de los blancos, y de tantas otras barbaridades fruto de la ignorante arrogancia del pretencioso colonizador que, confundiendo fuerza bruta con supremacía cultural, se arroga a sí mismo todos los derechos en tierra ajena, imponiendo por doquier y en nombre de la civilización su escala de valores.
Otro aspecto aún incrementa sustancialmente el interés de esta novela, y es la tesis subyacente, que la recorre como un hilo conductor, de que la conservación de la memoria, de las raíces -el conocimiento de la historia propia-, es condición indispensable para vivir con dignidad y de que el olvido de nuestras raíces y de nuestros ancestros significa –con la desaparición de una cultura- la muerte de la conciencia individual y colectiva y, si se trata de un olvido impuesto, entonces equivale también a un genocidio. No es casualidad que el título original en inglés sea Who am I? The Diary of Mary Talence. Como tampoco lo es que sea precisamente una mujer joven de su propia étnia –otra mujer- quien ayude a la niña a reencontrarse con sus orígenes, a pesar de la estricta prohibición de verse que pesa sobre ambas.
Anita Heiss (Sydney, 1968) glosa en su libro el camino de reconstrucción de una identidad –cultural y genérica-, la de una niña de diez años, que en este proceso libra una lucha a vida o muerte con su entorno, un entorno extremadamente hostil que ha puesto todos los medios a su alcance para hacerle olvidar su procedencia y abominar de sus orígenes. Amy Charles, que desde su más tierna infancia lleva el nombre de Mary Talence, que no es el suyo propio, sale airosa en este empeño.
Aunque es sin lugar a dudas una novela, el libro se sustenta sobre una base claramente autobiográfica y decididamente histórica que a la autora le interesa destacar: en un breve pero útil e ilustrativo apéndice -las cuatro páginas del final- se orienta al lector sobre fechas y datos históricos, y los agradecimientos a diversos centros de documentación australianos de estudios aborígenes dan fe del trabajo de archivo de Heiss.
Considerando la dureza del tema que trata y aún construyendo la fábula a partir de material históricamente auténtico, el libro no resulta en absoluto triste ni dramático, a pesar de lo tristes y dramáticos que son, de hecho, los acontecimientos relatados.
La autora, que no abandona nunca la perspectiva infantil, sabe transmitir lo que se propone con sencillez y un humor finamente entreverado. El libro se lee con placer y de un tirón.
Anita Heiss, profesora asociada de la Universidad de Macquarie (Sydney), prolífica y versátil escritora, que cuenta con una obra considerable ampliamente publicada (sobre todo en Australia y Canadá, pero también en Austria, ahora en España y de próxima aparición en Alemania e Indonesia), se ha dedicado al estudio de las culturas aborígenes australianas y por su producción literaria ha sido premiada en diversas ocasiones –nominada en 2002 al NSW Premier’s History Awards, obtención de la ASA Medal for Under 35s, en el año 2003; NSW Indigenous Arts Fellowship en 2004, entre otros)-, merecidamente.
Takusan Ediciones ha sabido acertar al elegir sus primeras obras. Hay detrás de esta elección una intención clara de presentar un sello editorial con un perfil nítido y definido, que regala a los lectores algo verdaderamente nuevo: una literatura inédita y de calidad, en lengua española y catalana. Precisamente por ello, por tratarse de una gran promesa, no debe descuidar el aspecto formal de la edición, que en más de una ocasión flaquea en la novela.
(En: Quimera. Revista de Literatura)