"L'escola contra el món" (2), de Gregorio Luri (La Campana, 2008)
Sigo con mis comentarios de "L'escola contra el món", de Gregorio Luri (ed. La Campana):Deseo y reclamo una urgentísima traducción del libro al español. Me parece un texto de una clarividencia y de un realismo que hay que proclamar a los cuatro vientos y expandir en cuantas más lenguas mejor. Urgente, por otra parte -por la importancia que tiene corregir lo que es escandaloso y no puede esperar más-, porque, si asumimos las verdades que en él se proclaman, no solamente conseguiremos mejorar la institución escolar (que no es poco, ya que constituye uno de los pilares más importantes de la sociedad y la garantía de su futuro), sino también echar una mano importantísima a tantos y tantos padres que han perdido la orientación sobre cómo deben tratar y educar a sus hijos. El libro es en primera línea un alegato contra la hipocresía de las corrientes pedagógicas escolares posfranquistas (en los primeros años de un entusiasmo ingenuo comprensible, después -muy poco después- ni mucho menos tan ingenuo ni tan entusiasta, pero igualmente férreo en su actitud). Es también un libro valiente, porque muchas de aquellas convicciones siguen en boga incluso con renovado ímpetu y posee, además, la virtud de estar muy bien documentado, sin que ello haga en absoluto esforzada su lectura. Bien al contrario, el libro de Luri se lee con enorme fluidez por su prosa ligera y por su humor subliminal entreverado, que no le hace perder ni un ápice de su erudición. Y tiene aún una cualidad inestimable, que hace, si cabe, más creíble todo lo que en él se afirma y sobre lo que se reflexiona: que el texto es eminentemente pedagógico por la claridad de la exposición, la contundencia de los argumentos y la precisión con que sólo el talento de un maestro (en el pleno sentido de la palabra)sabe encontrar anécdotas y ejemplos para clarificar lo que desea exponer. Es, a mi entender, una obra de indispensable lectura para todos los profesionales de la enseñanza (de todos los niveles)y, sobre todo, para los estudiantes de pedagogía. Lejos de pretender moralizar, el libro llama a las cosas por su nombre, dice al pan, pan y al vino, vino, señala los problemas con claridad y plantea alternativas. Todo ello en una prosa amena, que hace del texto una lectura recomendable hasta para los más ajenos a la profesión. ¿Cuántas veces encontramos un libro así?