Stefanie Kremser, Postal de Copacabana
LITERATURA ALEMANA ENTRE EL REALISMO Y LA FÁBULA
Stefanie Kremser,
Postal de Copacabana
Traducción de Ramon Farrés
Club Editor, Barcelona, 2007, 173 pp.
Anna Rossell
Nostalgia insaciable de lo desconocido, éste es el paradójico sentimiento que anida en los corazones de las tres protagonistas de este debut novelístico de Stefanie Kremser (Düsseldorf, 1967). Desde que el abuelo, Alois Bichl, en su juventud se sintiera llamado a conocer mundo, dejara las montañas de su pequeño pueblo bávaro a orillas del lago Walchensee con destino incierto y arraigara en tierras andinas donde conocería a Elena, la inquietud por ampliar horizontes marcará el destino de la familia. También Elena, la que será su mujer, es un espíritu desarraigado, una india abandonada en su niñez, abierta a lo foráneo, que encuentra el refugio de su añoranza y el objeto de su amor en este Alois procedente de tierras lejanas. Como si llevaran en sus genes la nostalgia, la heredarán sus descendientes y marcará sus vidas: su hijo Ricardo, un aviador muerto en accidente aéreo, elegirá por esposa a una azafata, Rosa, que ama esta profesión porque no conoce fronteras, y la hija de ambos, Alfonsina, se enamorará de un turista alemán porque evoca en ella la imagen de su abuelo y le despierta el ansia de conocer sus raíces. Sin embargo la novela de Kremser no narra esta historia desde el principio, los maridos ya están muertos. Las auténticas protagonistas son las tres mujeres, tres generaciones de la familia Bichl, a partir de las cuales iremos conociendo los antecedentes, a través de recuerdos, breves conversaciones o rumores que circulan por Copacabana, la pequeña y turística ciudad de provincias boliviana donde viven, fronteriza con Perú, a orillas del lago Titicaca.
De la mano de este argumento Kremser sabe transportar al lector a esta ciudad andina, sumergirle de lleno en el ambiente popular, el de las vecinas y amigas, que viven de la ilusión de culebrones televisivos y del cotilleo, de la beatería y la superstición. La de Kremser es una novela sencilla, sin ambiciones experimentales y sin complicaciones argumentales. Precisamente por eso se lee con gran fluidez y relajación, es ante todo una novela tierna y bien escrita, cuyo mérito mayor consiste a mi entender en saber crear un mundo entre la realidad y la imaginación con una naturalidad encomiable. Los personajes muertos y los fetiches cobran vida en las mentes y las realidades de sus seres queridos, acompañan su quehacer cotidiano en sus preocupaciones y sostienen conversaciones con ellos. La autora echa mano a veces de un lenguaje mágico, mítico, preñado de imágenes poéticas muy logradas, vertidas al catalán por el traductor con gran sensibilidad, que consiguen transmitir retales de realidad a través de la pura fábula. Si bien Kremser lo utiliza aquí sólo como estrategia ocasional, el dominio que parece tener de este registro -probablemente heredado de su conocimiento de la sociedad y la literatura latinoamericanas (la autora vivió desde 1975 a 1988 en Sao Paulo)- merecería que nos regalara una historia completa en esta clave.
Llama la atención que la novela original alemana, que publicó en Alemania la editorial Piper (2000), viera la luz en una colección de literatura extranjera. Es probable que el mundo literario alemán, tradicionalmente acostumbrado a contenidos relacionados con su propia historia, no entienda que la adjetivación de la literatura depende de la lengua en que se escribe, y no de factores ajenos a ella.
(En: La Vanguardia / Culturas)